lunes, 29 de junio de 2015

SEIS PARA SEXTO II


http://mesadetrabajo.blogia.com/2007/101413-la-cronica-de-viaje

 “Más que hacer razonar, a mi me ha preocupado conmover a mis lectores”, dice la voz aún vívida de un artista de la palabra.  

Por Lisandra Chaveco Valdés  

-¿Qué lo alentó a introducirse  en el periodismo, cuando ya  había abrazado la vida religiosa?
Yo siempre quise ser poeta, quizás por esas sensaciones de tristeza, esos vacíos vividos. La Revolución cambió el destino. En el año 1961 salí del seminario con un concepto muy claro del significado de Patria y de sociedad, potenciados por la cultura y educación seminaristas.

A partir de ese momento, se hizo evidente la misión de periodista, de escritor que me correspondía, y comencé a vivir para lograrlo. Acudí entonces a una universidad singular, la lectura, un profesor extraordinario en mi opinión. Me nutrí de experiencias válidas para poder obtener un trabajo de calidad: fui obrero de la construcción, vendedor de ostiones y refrescos, estudié topografía.

Mis amistades de aquellos tiempos me ayudaron mucho, gente famosa, gente célebre como José María Chacón y Calvo, uno de los grandes ensayistas y humanistas de Cuba, Félix Pita Rodríguez, Jesús Orta Ruiz (El Indio Naborí), el Doctor Waldo Medina, ellos me orientaron, me dotaron de herramientas para hacer mi labor. Me hizo bien, incluso, conocer a personas comunes y corrientes como Enrique Pichardo, contador de un ingenio azucarero, un lector insaciable.

La práctica moldeó al hombre con deseos de escribir, de hacer periodismo. Sin haber recibido instrucción especializada, solo con su perseverancia en el estudio y la lectura, logró publicar su primer trabajo en la revista mexicana Ábside, en el año 1968.

“A mi me parece que uno comienza a entender la teoría cuando ya tiene una práctica. Con 25 años ingreso en la prensa, todavía, sin la orientación de una academia. El periodismo deportivo constituyó mi debut, pues fue una revista deportiva la que inicialmente me abrió las puertas. Yo quería hacer periodismo y no me interesaba, para ello, escribir de modas o de cualquier otra cosa.

“El deporte me aportó gratas vivencias, me dio soltura en la pluma, flexibilidad en el juicio y la habilidad de ver las dos caras de la moneda: en el fútbol, quien mete el gol, metió solo medio gol, la otra mitad pertenece a los que hicieron llegar la pelota a sus pies.”

Ahora Sexto baja la voz. Le resulta difícil hablar de 1987, de esos recuerdos alegres, y también nostálgicos, que le sugiere Bohemia, prueba suprema de su oficio, y el recibir, luego de tantos años, su título de graduado.

“Mi ingreso en Bohemia suscitó el acercarme a la vida con otros ojos, no con la mirada de un diarista, ni de un comentarista radial, sino más allá, con los deseos de contar, de concebir las cosas para ser contadas. En su seno aprendí lo necesario para ser un profesional.

“Paralelo a mis inicios en Bohemia, hice finalmente la licenciatura, ya como un estudiante adulto, tal vez con un nombre ya ganado. Agradezco siempre la paciencia de los profesores de la Universidad para conmigo, pues fui el alumno que más tiempo demoró en graduarse, doce años, esas obligaciones eran enojosas a mi edad. Pero allí consolidé lo aprendido a través de la lectura y la experiencia, y recibí la mejor lección de crónica en voz de Miriam Rodríguez Betancourt.”

El ejercicio llevó al comunicador apasionado por el arte de la palabra, a probar el sabor de los diferentes medios. Ha dejado su huella en las páginas culturales de la Agencia Prensa Latina y el periódico Trabajadores. Actualmente realiza programas de opinión en las emisoras Radio Rebelde y COCO. Pero la prensa impresa es dueña de vibraciones inigualables en cada tejido de su cuerpo.

“La prensa plana permanece, camina, vuela viva igual a un buen libro. Hoy publicas una novela en La Habana y posiblemente mañana, en África, hay un ejemplar tuyo que será leído por personas a las que nunca imaginaste como tus lectores. El periodismo impreso pone de manifiesto el facilismo cuando las cosas han sido hechas con facilismo, te obliga a buscarle un mejor acabado al material. En él me cristalizo, es donde puedo hacer uso de todo lo que me gusta hacer con la palabra.

“Sin embargo, al hacer radio no me siento como cuando me leo en el periódico, son sensaciones distintas. Miro a la radio como un medio para acrecentar la economía doméstica, extender mis ideas y defender mis tesis; pero no me emociona como lo hace el texto impreso. Me he dado cuenta que en el papel se queda parte de mi, mas en la radio se va parte de mi.”



Continuará...

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